viernes, 12 de agosto de 2011

MUJER.




Aproximadamente 2 de cada 100 personas son superdotados. Pero tras una gran inteligencia no siempre hay un correcto diagnóstico.

MARTA OLIVÉ / MUJERACTUAL


Niños
El diagnóstico precoz resulta importante para evitar problemas posteriores en la etapa de adolescencia, que se unan a los habituales como la falta de seguridad en uno mismo.
Tener un coeficiente intelectual entre 120 y 130 es sinónimo de inteligencia superior, mientras que si la persona supera estas cifras podemos hablar de superdotación. Pero si a simple vista pudiera parecer que tener una mayor capacidad intelectual es una ventaja, nada más lejos y especialmente si no se realiza un buen diagnóstico desde la infancia.

Ahora bien, ¿cómo saber que un niño es superdotado? Aunque serán los especialistas los encargados de determinarlo, sí hay algunos rasgos de comportamiento que pueden indicarlo, como una alta sensibilidad, excesiva cantidad de energía o pérdida de atención, así como placer por la lectura o las matemáticas. También se detecta una especial creatividad, gran sed de conocimientos, desarrollo precoz e individualismo pronunciado.
El diagnóstico precoz resulta importante para evitar problemas posteriores en la etapa de adolescencia, que se unan a los habituales como la falta de seguridad en uno mismo o gran inestabilidad emocional. A partir de aquí, el adolescente superdotado puede optar por dos tipos de comportamientos muy diferentes: rebelarse para llamar la atención (dejando el instituto por ejemplo) o encerrarse en sí mismo y en los estudios. Identificar el problema y contar con la ayuda de los profesionales es la mejor opción para superar esta etapa con normalidad.



Una de las controversias más asociadas a los niños superdotados es si deben continuar estudiando en un centro convencional o ir a uno especializado.
Consejos útiles
Una de las controversias más asociadas a los niños superdotados es si deben continuar estudiando en un centro convencional o ir a uno especializado. Las opiniones son tantas como expertos hay sobre la materia, pero en los últimos años se está optando por mantener al niño en las escuelas sin olvidar que requerirá de actividades educativas especiales. En este proceso, también jugará un papel fundamental el profesor, que deberá motivar al estudiante para evitar que caiga en el aburrimiento y la desmotivación, lo que tiene como resultado final el fracaso escolar.
A partir de aquí, y en función de cada perfil, algunos niños o adolescentes completarán su actividad escolar con algunas horas en aulas especiales que, si bien no son necesarias en las primeras etapas educativas, pueden ser interesantes a partir de los 12 años. Por ejemplo, se incluirán en las áreas de estudio unidades más complejas, materiales más avanzados o se propondrán algunas investigaciones para que desarrollen su vertiente científica.
En todo caso, se tratará de potenciar la estimulación y adaptar el aprendizaje a su ritmo de cada niño, en buena parte gracias a la colaboración de los padres. Y es que no cabe olvidar que los progenitores juegan siempre un papel decisivo, especialmente a la hora de mantener una comunicación fluida con el niño para conocer siempre sus inquietudes y poder orientarlo. Todo ello teniendo presente que no es un adulto y que habrá algunas áreas en las que quizás no destaque a pesar de su coeficiente intelectual elevado.

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