El sótano
La brisa a veces silbaba, en ocasiones rugía. Entre niños y adultos había unas diez personas refugiadas en aquel sótano.
Los más atrevidos de cuando en vez, rodaban el gran portón. Sacaban la cabeza para ver lo que sucedía afuera. Estos contaban aterrados la manera en que los árboles centenarios se doblaban ante la fiereza del viento. Algunos se apiñaban; a veces por el frío, en otras por el miedo.
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