
En aquel instante el corazón de Karen le quería abrir el pecho en dos.
En el monitor apareció un rostro hermoso, dulce, pero a la vez triste.
Jacob le pasó el teclado a su ansiosa madre, y acomodándola frente a la pantalla, discretamente fue retirándose del pequeño espacio.
Sentado a cierta distancia, se complacía al ver como la llenaba la emoción.