Había una vez una abejita tan laboriosa en el panal, que causaba la admiración de todos.
Aportaba como ninguna otra tal cantidad de cera.
Cierto día pasando por una hermosa plantación, quedó embelezada ante tan indescriptible paisaje: Innumerables flores blancas cuan copos de algodón, gateaban por el suelo.
La abejita sintió la necesidad y la curiosidad de bajar ya que venía un poquito cansada y hambrienta.
Se posó encima de una flor y probó el néctar ¡Era de un exquisito sabor! Desde entonces las visitas de la abejita a la inmensa plantación se hicieron costumbre.
Autora: Maritza Navarro Galicia
Escritora Dominicana
Escritora Dominicana